El alma, el espíritu y el cuerpo del hombre

El alma, el espíritu y el cuerpo del hombre
Descargar
N

o existe tema más lleno de controversias y sujeto a especulaciones, que hablar del alma y el espíritu del hombre. Pero, ¿por qué es importante conocer sobre este tema? En primer lugar, porque todo lo que está escrito en la Biblia, no solo es importante conocerlo, sino que es nuestra obligación comprenderlo.

Habiendo dicho esto, es importante que comprendamos que nuestra fe no debe estar fundada en la ignorancia, en dichos o costumbres de cualquier denominación; por lo tanto, es imprescindible para cualquier cristiano que sepa y entienda cuáles son las doctrinas de Jesús, aquellas que fueron diseminadas y enseñadas por todos sus apóstoles. Ellos fueron el reflejo fidedigno de la comprensión que tuvieron del único evangelio del reino que aprendieron y practicaron.

Los discípulos fueron forjados a través de las pruebas a lo largo de su vida, algo que les proveyó la experiencia y el conocimiento necesario para no solo practicar lo aprendido con Jesús, sino para enseñarnos a nosotros lo que ellos experimentaron también. Pedro, en 2 Pedro 3:18, nos dice: «Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo». Crecer en el conocimiento de nuestro Señor implica conocer, o por lo menos tratar de conocer a Jesucristo en todos los aspectos. Requiere tener una comprensión más cercana del mundo espiritual en la que nuestro Señor se mueve; por lo cual, es sumamente importante estudiar las Escrituras para recibir de boca de Jesús, y todos sus apóstoles, la verdadera doctrina.

Lamentablemente, algunas doctrinas enseñadas en las congregaciones no provienen de las Escrituras, sino que han pasado de generación en generación, de manos de líderes que fundaron sus movimientos religiosos basados en revelaciones personales, sueños o en una mala interpretación de la palabra de Dios. Dichas doctrinas han sido impartidas a miles o millones de seguidores a lo largo de los años sin ser discutidas o cuestionadas. Por ejemplo, el tema de los diezmos, las reuniones en domingo, la resurrección de los muertos, etc. Una de las creencias más populares enseña que, cuando morimos, nuestro cuerpo es enterrado en una tumba y nuestro espíritu, que para muchos es un ser espiritual que habita en nuestro cuerpo, sube a la presencia de Dios. Caso contrario, cuando alguien no es cristiano, su espíritu es enviado al infierno inmediatamente, donde será atormentado por toda la eternidad.

Para comprender un poco mejor este tema, acudiremos a la historia y a la ciencia, puesto que muchas de estas creencias han sido tomadas de creencias antiguas, incluso creencias paganas, que de una u otra forma evolucionaron hasta convertirse en dogmas en el pueblo cristiano. También tomaremos una parte importante de la ciencia moderna, puesto que no se puede desechar la ciencia, y la ciencia no puede desechar las Escrituras; porque en definitiva nuestro Dios es el más grande científico que ha existido. Dios es el más grande matemático, el más grande neurocientífico, el más grande físico. Sea cual sea la rama de la ciencia que puedas imaginar, Dios sabe mucho más que cualquier premio Nobel.

La creencia del alma desde las culturas antiguas hasta nuestros días.

En la antigüedad, las creencias sobre el alma variaban significativamente entre diferentes culturas y tradiciones filosóficas. Los egipcios creían en la inmortalidad del alma y tenían una concepción compleja que incluía varios aspectos del ser, como el Ka, Ba y Akh. El Ka era la fuerza vital que permanecía en la tumba, mientras que el Ba era la parte del alma que podía viajar entre el mundo de los vivos y el de los muertos. El Akh representaba el alma completamente transformada y glorificada en el más allá. Las prácticas funerarias y la construcción de tumbas y pirámides reflejaban esta creencia en la supervivencia del alma y su importancia en la vida después de la muerte.

En la filosofía griega, el alma era un tema de amplio debate. Platón, por ejemplo, veía el alma como una entidad inmortal e inmaterial que existía antes del nacimiento y que seguía existiendo después de la muerte. Para Platón, el alma estaba compuesta de tres partes: la racional (ubicada en la cabeza), la irascible (en el pecho) y la apetitiva (en el abdomen). Aristóteles, por otro lado, consideraba el alma como la forma del cuerpo, es decir, aquello que daba vida y propósito al cuerpo. Sin embargo, para Aristóteles, el alma y el cuerpo eran interdependientes, y aunque algunos aspectos del alma eran inmortales, otros no lo eran.

En las tradiciones védicas e hindúes, el alma, conocida como Atman, es inmortal y divina, y se considera la esencia verdadera de un individuo. El Atman es visto como una chispa de la conciencia universal (Brahman), lo que implica que todas las almas están conectadas a un todo mayor. La creencia en la reencarnación y el karma dictaba que el alma pasaba por un ciclo de nacimientos y muertes hasta alcanzar la liberación (moksha), que era la unión definitiva con Brahman.

En la antigua tradición hebrea, la palabra nefhesh se usaba para referirse al alma o la vida. A diferencia de las concepciones griegas, el nefhesh no era algo separado del cuerpo; en cambio, la persona entera se consideraba un nefhesh viviente. La idea de inmortalidad del alma en el sentido platónico se desarrolló más tarde, influenciada por otras corrientes filosóficas, como las griegas, durante el período helenístico.

En muchas culturas indígenas, el alma se consideraba un componente vital que podía abandonar el cuerpo temporalmente, por ejemplo, durante los sueños o en experiencias extracorporales. En estas creencias, el alma era fundamental para la salud y el bienestar, y la pérdida del alma (debido a enfermedad o un evento traumático) requería rituales chamánicos para recuperarla.

El alma también se ha investigado por medio de la ciencia y usada como medio para actividades paranormales.

En la era moderna, la neurociencia ha investigado la conciencia y la mente, buscando entender cómo surgen del cerebro. Aunque no se habla del alma en términos tradicionales, la exploración de la conciencia plantea preguntas sobre si hay algo más que los procesos físicos en el cerebro. Investigadores como Sir Roger Penrose y Stuart Hameroff han propuesto teorías como la «orquestación objetiva de la reducción» (Orch-OR), que sugiere que la conciencia podría tener un componente cuántico que va más allá de la física clásica.

Desde el punto de vista de lo paranormal, el alma es vista como una entidad inmaterial que trasciende la existencia física y se considera el núcleo de la identidad humana y la conciencia. Las creencias paranormales sobre el alma varían, pero comparten la idea de que el alma tiene una vida independiente del cuerpo físico y que puede interactuar con el mundo material o espiritual de diferentes maneras.

Muchos en la comunidad paranormal consideran que el alma es una forma de energía que existe más allá del cuerpo. Esta energía es percibida como el núcleo de la conciencia, la personalidad y las emociones de una persona. Se cree que, al morir, esta energía se separa del cuerpo y puede persistir en el mundo físico, interactuando con los vivos como un espíritu o un fantasma.

Las prácticas como el espiritismo, la mediumnidad y otras formas de contacto con los muertos están basadas en la creencia de que el alma persiste después de la muerte. Los médiums afirman poder comunicarse con las almas de los fallecidos, transmitiendo mensajes de ellos a los vivos. Desde el punto de vista paranormal, estos contactos son posibles porque el alma sigue consciente y puede interactuar con el mundo material bajo ciertas condiciones.

En el ámbito de lo paranormal, los fantasmas son comúnmente entendidos como las almas de personas fallecidas que, por alguna razón, no han podido avanzar al «otro lado» o al mundo espiritual. Las teorías sugieren que pueden quedarse en un lugar debido a asuntos pendientes, emociones intensas o incluso traumas que ocurrieron antes de su muerte.

La nueva era y las influencias platónicas llegaron a la iglesia de Cristo.

Las corrientes espirituales modernas y movimientos de la Nueva Era también incluyen prácticas relacionadas con las Experiencias Fuera del Cuerpo (EFC). El gnosticismo, una antigua corriente espiritual y filosófica, enseñaba que el ser humano podía experimentar la separación del cuerpo y acceder a verdades ocultas y conocimientos superiores. Los gnósticos creían que el alma estaba atrapada en el cuerpo material y que la verdadera salvación se lograba al liberar el alma de las ataduras físicas y conectarse con el Pleroma (la plenitud divina).

Los orígenes del gnosticismo son complejos y están influenciados por una mezcla de filosofías y religiones antiguas. Algunos de los orígenes más destacados incluyen:

Influencias Platónicas: La filosofía de Platón y sus ideas sobre el dualismo entre el mundo de las ideas (el reino espiritual) y el mundo físico (impermanente y defectuoso) influyeron en la concepción gnóstica de la realidad.

Judaísmo y Apocalipticismo: Ciertas corrientes del judaísmo, especialmente las apocalípticas, contribuyeron con la idea de un conocimiento secreto y revelaciones divinas.

Cristianismo Primitivo: Algunos grupos gnósticos se autodenominaban cristianos y creían que el verdadero mensaje de Cristo era liberar el espíritu de la trampa del mundo material. Estos grupos reinterpretaron las enseñanzas de Jesús de una manera esotérica.

Religiones de Misterio y Zoroastrismo: Las religiones de misterio grecorromanas y el zoroastrismo influyeron en la visión dualista gnóstica de la lucha entre las fuerzas de la luz y la oscuridad.

Ahora veamos cuáles son las capacidades del cerebro humano y el proceso llamado tomar conciencia.

El cerebro humano está compuesto de células llamadas neuronas, que se comunican entre sí por medio de impulsos eléctricos, formando redes muy complicadas, que aun los científicos más prominentes no han podido descifrar. Estas redes llevan información del cerebro a los diferentes órganos del cuerpo que regulan las funciones vitales de nuestro organismo. Por medio del cerebro tenemos contacto con el mundo exterior usando órganos periféricos como el oído, la nariz y los ojos, los cuales perciben la información por medio de imágenes, olores o sonidos; el cerebro transforma esa información en impulsos eléctricos que proporcionan una respuesta a través de cualquier parte del cuerpo.

La sensación de hambre, por ejemplo, es producida por medio del sistema digestivo hacia el cerebro; posteriormente, el cerebro transforma esa información en un acto muchas veces involuntario de comer. De esa manera, cuando una persona tiene un daño cerebral, puede inclusive morir si terceras personas no le proporcionan alimento. Áreas del cerebro, como el hipotálamo, rigen emociones como la ira y la agresividad, de manera que, si este es excitado a través de electrodos haciendo pequeñas descargas eléctricas, una persona se puede encolerizar sin ningún motivo aparente.

De modo que, si nos faltara una parte de nuestro cerebro, estaríamos discapacitados para desarrollar ciertas funciones que esa parte domina. Es por esa razón que las personas que tienen alguna enfermedad cerebral, como un cáncer, o que tienen una lesión en su cerebro producida por un golpe, pueden quedar permanentemente incapacitados, no pueden valerse a sí mismos ni pueden darse cuenta de su situación. Su cerebro, en pocas palabras, no funciona adecuadamente, y por lo tanto, esas personas no son lo que eran antes de dicho impedimento.

Otras personas pueden padecer enfermedades que les imposibilitan desarrollar cualquier actividad física, pero su razonamiento continúa intacto, como el caso de Stephen Hawking, quien tenía esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad neurodegenerativa que afecta las neuronas motoras, provocando una pérdida gradual del control muscular. A pesar de su diagnóstico temprano y un pronóstico de vida limitado, vivió durante varias décadas con la enfermedad, usando tecnología asistida para comunicarse y continuar su trabajo en física teórica.

El científico llamado Francis Crick, ganador del Nobel de 1962 junto a James Watson, descubrió la estructura de hélice del ADN en 1953. Él dedicó medio siglo de su vida buscando lo que por términos científicos se conoce como conciencia. El investigador postula que la encontró en medio de una marea de neurotransmisores e intrincadas estructuras cerebrales, cuyo peso es de aproximadamente 21 gramos, y desaparece al morir.

La base de su descubrimiento fue la observación del cerebro, que es equiparable a buscar en el espacio o el fondo del mar, ya que indagar en la masa encefálica es algo mayormente desconocido e intrigante. En sus palabras, y en su observación, resalta que lo que vemos y cómo lo interpretamos produce la acción de una gran cantidad de neuronas por todo el cerebro, que cataloga, emula, recuerda y mide. Él dijo que tomar conciencia no es más que la transmisión de información y su proceso.

O sea, para Crick, al ver algo, el córtex visual responde a ese estímulo y ciertos grupos de neuronas se disparan muy de prisa y en sincronía. Este proceso se le denominó “Teoría de la oscilación”, puesto que las neuronas funcionan totalmente en sincronía.

Al experimentar con sonidos, en personas videntes y no videntes, y al percatarse de que era el mismo grupo de neuronas, llegó a identificar que esa zona era la que gobernaba dichas acciones. Es por ello que al morir, y solo al morir, la actividad eléctrica y química de nuestro cerebro se detiene. Pero, ¿qué tiene que ver el cerebro con el alma y la conciencia? ¿Será acaso que el alma es solamente un proceso mental denominado tomar conciencia?

Para los científicos, el hecho de que el ser humano sepa quién es, pueda razonar y tomar decisiones es porque su cerebro es capaz de procesar esa información y convertirla en una respuesta coherente. De modo que, si tienes un cerebro saludable, estás en la capacidad de estar consciente porque puedes razonar y disfrutar de tu medio ambiente.

El alma vista desde el punto de vista de la psicología

Para los psicólogos, el alma es la interioridad del pensamiento emocional y mental. El alma, para ellos, es el mundo exterior constituido de objetos palpables; es el campo donde la persona experimenta una respuesta interior con sus recuerdos, sus deseos, sus imágenes mentales, el dolor, el sufrimiento moral y los sueños. Los sentimientos son considerados como la conciencia emocional y mental preponderante, los cuales son objeto del estudio del comportamiento.

La psicología, del griego psique o alma, y logos, estudio, ha sido considerada como la ciencia que estudia la mente y la conducta. También la podemos considerar como la disciplina que abarca todos los aspectos de la experiencia humana, desde las funciones del cerebro hasta el desarrollo de los niños, de cómo los seres humanos y los animales sienten, piensan y aprenden a adaptarse al medio que les rodea.

La psicología moderna se ha dedicado a recoger hechos sobre la conducta y la experiencia, y a organizarlos sistemáticamente, elaborando teorías para su comprensión. Estas teorías ayudan a conocer y explicar el comportamiento de los seres humanos y, en alguna ocasión, incluso a predecir sus acciones futuras, pudiendo intervenir sobre ellas.

Sin embargo, la psicología no es una ciencia moderna, sino que desde tiempos bíblicos ya existía el análisis del alma; por ejemplo, cuando David decía: “alma mía, bendice a Jehová”; en ninguna manera David pretendía hablar con otro ser dentro de su cuerpo, sino que reflexionaba, hablándose a sí mismo en momentos de alegría, tristeza o de necesidad.

Igualmente, cuando Pablo decía que nuestro espíritu conoce lo interior de nosotros, es el equivalente moderno de decir que nos conocemos a nosotros mismos. Muchos cristianos piensan que el cuerpo solamente es una especie de cascarón movido por el “alma”. Es más, algunas definiciones en algunos prestigiosos diccionarios bíblicos mencionan que el alma es el ser inmaterial que sobrevive después de la muerte corporal. Como veremos más adelante, esta apreciación es infundada y, en definitiva, heredada de la creencia religiosa tradicional de la vida después de la muerte.

El alma no es un ser inmaterial que siente, piensa y que vive en un cuerpo.

Dios formó a Adán del polvo de la tierra y lo hizo con todas las características para que fuera semejante a él. Aun cuando este no tenía vida, su cerebro estaba en la capacidad física de funcionar, al igual que el resto de sus órganos. Por ejemplo, cuando alguien ha fallecido, sus órganos permanecen intactos por un breve periodo de tiempo, tiempo suficiente para que puedan ser usados para salvar la vida de un paciente que, por alguna razón, uno o más de sus órganos han dejado de funcionar; es por esa razón que los doctores pueden retirar los órganos del fallecido y trasplantarlos al paciente que los necesita.

Pero, de acuerdo con algunos maestros bíblicos, el alma es quien rige los pensamientos. Ellos creen que es un ser “espiritual” que piensa y siente dentro de nuestro cuerpo. Si esto fuera cierto, cualquier persona que sufra un daño cerebral debería funcionar sin ningún impedimento. Ya que, según ellos, el cuerpo es únicamente un vehículo, entonces, ¿para qué necesitamos un cerebro si el alma es la que piensa y dirige nuestras emociones y actividades corporales?

Si el alma fuera el centro de nuestras emociones y pensamientos, ¿entonces por qué las personas que han sufrido un daño cerebral dejan de funcionar normalmente? ¿Acaso el alma se enferma junto con el cuerpo, aun siendo un ser incorpóreo e inmortal? Y si así fuera, ¿cómo es posible que un ser inmaterial pueda resultar afectado cuando el cerebro falla? Para mí, todo esto no tiene sentido.

Explicando desde el punto de vista bíblico.

La Palabra de Dios dice: “Formó, pues, Jehová Dios al hombre del polvo de la tierra, y alentó en su nariz soplo de vida; y fue el hombre en alma viviente.” Génesis 2:7, Reina Valera Actual. Cuando Dios sopló en la nariz de Adán, se convirtió en un ser viviente, es decir, se convirtió en un alma viviente. El cuerpo de Adán, al tomar vida cuando Dios depositó en él su “Espíritu de Vida”, lo convirtió en un alma.

El vocablo “alma” se da como traducción de la palabra hebrea nefhesh y de la palabra griega psyque. Este vocablo se usa para definir a la persona o el animal mismo al que se hace referencia con el término. La traducción de nefhesh es “lo que tiene vida”. El “alma”, en pocas palabras, es un cuerpo humano o animal con vida; es decir, la unión entre un cuerpo físico funcional que recibe el soplo de vida se convierte en un alma.

De manera que, cuando una persona muere, es debido a que “el espíritu de vida” lo ha abandonado, y su cuerpo comienza a deteriorarse y a convertirse en polvo. El alma viviente, en pocas palabras, dejó de existir porque se rompió el vínculo de un cuerpo funcional con el espíritu de vida. La Escritura dice: “He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá.” Ezequiel 18:4. Si el alma fuera inmortal, como muchos afirman, ¿por qué dice la Escritura que el alma que peque morirá?

Lamentablemente, Satanás ha infiltrado un dogma en la iglesia cristiana, del cual muchos ni siquiera se han dado cuenta. Muchos han creído una mentira que se ha arraigado tanto en la mente y el corazón de los cristianos y no cristianos, que me atrevería a pensar que más del 90% de ellos creen que su alma se irá a vivir con el Señor cuando mueran.

Como dato curioso, podemos mencionar que en los Estados Unidos solo el 0.5% cree que irán al infierno cuando mueran. Es decir, la inmensa mayoría piensa que al morir, su alma o espíritu se desprenderá del cuerpo y viajará hacia el cielo, aunque la iglesia católica piensa que hay un tercer estado.

Si quieres saber más sobre el cielo y el infierno, tenemos un estudio que amplía más este tema.

La gran mayoría de los seminarios teológicos enseñan que el ser humano está compuesto de tres partes: alma, cuerpo y espíritu, tomando como referencia dos versículos de la Biblia, ambos escritos por Pablo. Veamos el primero: “Que el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser: espíritu, alma y cuerpo sea guardado irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo.” 1 Tesalonicenses 5:23. Según la gran mayoría de cristianos, este versículo es la prueba contundente de que el ser humano es un ser tripartito.

Sin embargo, la expresión: “alma, cuerpo y espíritu” era una expresión idiomática de uso común en aquella época, la cual indicaba que nuestros sentidos, nuestra forma de pensar y nuestra relación con Dios deben ser perfectos. De acuerdo a los comentarios que aparecen en la versión Reina Valera de 1995, edición de estudio, se menciona que esta expresión era usada por otros autores de la época y se empleaba para representar todo el ser.

Muchas palabras de Pablo han sido tergiversadas desde tiempos de los mismos apóstoles y fueron usadas para tratar de desvirtuar las doctrinas enseñadas por Jesús y sus apóstoles. Incluso Pedro nos advierte que, aún para ellos, era difícil entender las palabras de Pablo. En 2 Pedro 3:15-16, nos explica: “Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición.”

Si un hombre lleno del Espíritu Santo como Pedro advierte que las epístolas de Pablo eran difíciles de entender, imagine cómo falsos maestros y personas que ni siquiera han sido bautizadas por el Espíritu Santo interpretarán dichas epístolas. ¿Será acaso que estas personas son más espirituales que Pedro o que los demás apóstoles, y les resulta sumamente fácil entender estos temas tan difíciles?

Muchos han interpretado las palabras de Pablo de tal manera que, para ellos, el hombre es un ser compuesto por tres partes. Esas palabras se han convertido en dogmas que muchos cristianos usan para enseñar que el hombre es un ser tripartito, que posee un “cuerpo” que le sirve para comunicarse con el mundo exterior, un “alma” que, según ellos, es el ser espiritual que nos conecta con nuestros pensamientos, raciocinio y emociones, y que el “espíritu” es el medio por el cual nos comunicamos con Dios.

La otra expresión usada por Pablo es igualmente difícil de entender y que podría resultar como evidencia de que el ser humano es un ser espiritual e inmortal; es la siguiente: “Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros.” Filipenses 1:22-24.

Si vemos superficialmente estos versículos, concluimos que efectivamente Pablo creía que el “alma” partía con el Señor al momento de la muerte. Sin embargo, el mismo Pablo dedicó mucho tiempo para explicar que todos los seres humanos hemos de resucitar para luego ser transformados en cuerpos espirituales y cohabitar con Dios; es decir, hasta después de ser resucitados es que pasaremos a estar en la presencia de Dios. Aunque es importante que todos leamos completamente 1 Corintios 15, vamos a citar únicamente desde el versículo 41 al 53:

“Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual. Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales. Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial. Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.” 1 Corintios 15:41-53.

En nuestro estudio titulado La resurrección de los muertos, ampliamos un poco más sobre el tema.

Veamos las aparentes contradicciones de Pablo respecto a “partir y estar con Cristo”.

Algunos, si no la mayoría de los maestros bíblicos, creen que Pablo se estaba refiriendo al concepto moderno de pasar a la presencia del Señor. Como dijimos antes, muchos creen que cuando un cristiano muere, su alma, o al que algunos también le llaman “espíritu”, sale del cuerpo y sube al cielo, y permanece en la presencia del Señor por siglos o milenios. Y algún día, cuando suceda la resurrección de los muertos, esa vida eterna que tuvieron en ese cuerpo espiritual será interrumpida cuando su espíritu inmortal baje a la tierra y se junte con su cuerpo recién resucitado, y después de ser juzgado y ser encontrado justo, será llevado al cielo otra vez, para vivir por toda la eternidad, nuevamente.

Lamentablemente, esa creencia es totalmente equivocada, ya que Pablo sabía que nuestro cuerpo físico, al ser sembrado en la tierra o enterrado, resucitará en su cuerpo natural, y después del juicio, será transformado en un ser espiritual.

Si Pablo hubiera creído que cuando morimos, vamos directamente a la presencia del Señor, entonces: ¿por qué enseñó tanto sobre la resurrección de los muertos? ¿Por qué necesitamos resucitar si ya estamos en el cielo disfrutando de las calles de oro y el mar de cristal? ¿Entonces para qué resucitar en un cuerpo carnal que luego será transformado en un ser espiritual para volver al cielo donde ya estábamos antes? ¿Tiene sentido? Me temo que no.

Lo que Pablo sabía es que, para nosotros como cristianos, y para él específicamente, morir era ganancia porque al morir su espera y luchas habrían terminado. Veamos lo que sucede cuando dormimos: prácticamente estamos muertos. Si sabemos que mañana será un día ocupado, lo que hacemos es descansar lo más que podemos la noche anterior. Nos vamos a la cama, cerramos los ojos, y en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, llegamos al siguiente día.

Dormir es como morir, y morir es como dormir. No tenemos conciencia por las seis, siete u ocho horas que dormimos. Pablo sabía que muriendo, su espera habría terminado, porque sus años de sufrimiento y necesidades llegarían a su fin. Solo le bastaba “dormir” y, cuando abriera los ojos en la resurrección de los muertos, estaría en la presencia de Dios. A eso se refería Pablo cuando dijo que no sabía qué elegir, como si dependiera de él.

La Palabra de Dios dice que el alma es un ser vivo, sea este hombre o animal. Obviamente, entre hombres y animales hay una diferencia muy grande, porque nosotros fuimos creados a imagen y semejanza de Dios; los animales no. Aunque ambos seres son almas, el ser humano se distingue por ser racional, creativo, reflexivo, se enfada, puede sonreír, llora, ama, y en un tiempo no muy lejano, será transformado en un ser espiritual en toda la extensión de la palabra.

Nosotros poseemos la habilidad de darnos cuenta de quiénes somos porque tomamos conciencia de nosotros mismos gracias a que nuestro cerebro funciona. También, Dios nos ha concedido el privilegio de tener su apariencia física, es decir, el hombre posee cabeza, manos, ojos, boca, piernas y demás miembros físicos porque fuimos modelados a la apariencia y semejanza de Dios. Por esa razón, el hombre es diferente de los animales, y por eso mismo, somos tan valiosos para él. Dios al vernos se ve reflejado en cada uno de nosotros; nosotros poseemos su imagen y semejanza, pero aún no poseemos su carácter santo, el cual está siendo forjado en nosotros por medio del bautismo en el Espíritu Santo.

Dios no es una cosa, ni una masa de energía; no es un algo que habita en algún lugar o en otra dimensión. Cuando Felipe le pidió a Jesús que le mostrara al Padre, él le contestó que el Padre era igual a él. ¿Acaso Felipe estaba preguntando cómo era el Padre espiritualmente? La pregunta de Felipe fue directa y tenía que ver con el aspecto físico del Padre. Felipe quería saber cómo era Dios físicamente, de modo que la respuesta de Jesús fue directa también. Jesucristo no solo se parecía físicamente al Padre, sino que poseía su mismo carácter. El Padre desea que los seres humanos se parezcan a él en su carácter puro y santo, y puso a Jesús como modelo para que aprendiéramos de él. Dios desea que seamos iguales a ellos en todos los aspectos.

Ahora bien, para aquellos que dicen que Dios es espíritu y creen que el Señor no tiene forma, sino que lo imaginan como un fantasma, o quizá como la neblina, o quizá lo imaginan como el aire. ¡No sé! Les digo: no es así. Pablo dice en 1 Corintios 15:44: “Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual.”

Por favor, ponga mucha atención a la parte donde dice: cuerpo espiritual. Un cuerpo posee diferentes miembros, como su cabeza, sus manos, piernas, pies, etc. Lo mismo ocurre con un cuerpo espiritual, como el de los ángeles y Dios mismo. La diferencia entre el cuerpo animal, en palabras de Pablo, es que nosotros somos hechos de carne y hueso. Dios no, pero eso no significa que no tiene un cuerpo. Su cuerpo es espiritual, todopoderoso e inmortal. En cambio, nosotros los humanos tenemos la imagen y semejanza de Dios, pero no su materia ni su carácter. Su gloria es tan grande que la carne y sangre pueden ser destruidas en su presencia, como ocurrió en el monte Sinaí. ¿Por cierto, recuerda que Moisés pudo ver a Jehová?

“Y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro.” Éxodo 33:22-23. Dios tiene manos, espalda y rostro. ¿Se da cuenta, hermano? Dios tiene un cuerpo semejante al nuestro, mejor dicho, nosotros tenemos un cuerpo semejante al de Dios. Somos los únicos seres en la creación de Dios formados a su imagen y semejanza.

¿Qué es el espíritu que mora en el hombre?

El soplo de vida que Dios colocó en el hombre es lo que nos mantiene vivos, tanto a hombres como a animales. Ese aliento es el espíritu de vida que proviene de Jehová, tal como lo menciona el libro del Génesis: “Y he aquí que yo traigo un diluvio de aguas sobre la tierra, para destruir toda carne en que haya espíritu de vida debajo del cielo; todo lo que hay en la tierra morirá.” Génesis 6:17.

Los seres humanos, al igual que los animales que vivieron antes del diluvio, murieron ahogados bajo las aguas, porque todos respiraban aire. Cuando un hombre o un animal muere, su cuerpo regresa a la tierra, como lo menciona Eclesiastés 12:7: “y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio”. ¿Qué espíritu regresa a Dios? El espíritu de vida, obviamente.

Salomón dijo en el libro de Eclesiastés 3:20-21: “Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo. ¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres sube arriba, y que el espíritu del animal desciende abajo a la tierra?” Salomón caviló sobre el destino tanto de los hombres como de los animales. Él sabía que todos fuimos formados del polvo de la tierra; todos somos seres materiales, carnales, no somos seres espirituales como los ángeles que tienen un cuerpo espiritual, que puede ser visible o invisible a su discreción; ellos son seres poderosos e inmortales. ¡Nosotros no!

Salomón hizo una pregunta que tiene validez en nuestros días: ¿Por qué muchos están tan seguros de que el espíritu del hombre sube al cielo, y el espíritu del animal no? Si el hombre más sabio de la historia dijo que nadie sabe, ¿cómo podemos estar tan seguros de que los animales no tienen espíritu?

La vida está en la sangre, tanto de animales como de los seres humanos.

Dios estableció una ley que no puede ser cambiada. La palabra dice: alma que peque, debe morir. Es decir, cada vez que alguien pecara, debería morir, pero como no es posible, porque obviamente no podemos morir muchas veces, entonces Dios estableció un recurso que resolvería dicha situación, a través de la cual los israelitas podrían conservar su vida, a pesar de pecar contra Dios constantemente. Este recurso fue el derramamiento de la sangre de animales; porque tanto hombres como animales poseen el mismo espíritu de vida alojado en su sangre, de modo que la muerte del animal era el sustituto del hombre cuando pecaba.

La Escritura dice que la vida se encuentra en la sangre: “Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona.” Levítico 17:11. Ese espíritu de vida radica en la sangre, y por esa razón, Dios demandaba sangre de corderos en expiación de la sangre del hombre. El animal pagaba las consecuencias de nuestro pecado con su vida. La sangre del animal era el pago por la iniquidad del pecador.

Es como si usted comete una infracción de tránsito y el policía le impone una multa. Si usted no tiene dinero para pagarla, el problema continúa; la multa no desaparece porque alguien tiene que pagarla, ya sea usted o alguien más. En el tiempo de la ley mosaica, los corderos derramaban su sangre en lugar de la sangre del hombre. Cuando Jesús vino a morir en la cruz, su único sacrificio fue suficiente para pagar la deuda que todos los hombres teníamos por haber pecado contra Dios. Cuando Cristo derramó su sangre, lo hizo para que nosotros no derramáramos la nuestra.

Por esa razón era necesario que Jesucristo se ofreciera como sacrificio en la cruz del Calvario. Jesús fue el cordero que pagó con su sangre por la vida de todos los seres humanos que creyeran en él. La sangre de Jesús es la única con la capacidad de limpiarnos de la pena de muerte que pesaba sobre nosotros, porque todos, absolutamente, hemos pecado contra Dios. Mateo 26:28.

Cuando un ser muere, el espíritu de vida regresa a Dios. Este espíritu no es nuestro yo espiritual, sino que es la fuerza que nos sostiene con vida, es el poder de Dios que da vida; de la misma manera que la gasolina le proporciona la fuerza a un vehículo.

El hombre no es un ser tripartito, sino que es un cuerpo físico, completamente funcional, cuyo cerebro lo auxilia para comunicarse con su entorno, posee conciencia de sí mismo, y tiene una fuerza vital que lo mantiene con vida, que es el espíritu de vida. Cuando Dios nos resucite en el día postrero, todos los seres humanos, desde Adán, volveremos a la vida con nuestro cuerpo físico. Dios, de nuevo, tomará polvo de la tierra y creará, no solo uno; esta vez, serán millones de millones de hombres y mujeres que volverán a la vida. Él nos dará el espíritu de vida de nuevo para que seamos otra vez almas vivientes. El hombre no es un ser espiritual recubierto por una capa de carne y hueso; no es un ser inmortal alojado en un cuerpo mortal, y cuando muere, tampoco tiene conciencia de sí mismo ni mucho menos anda deambulando en forma de fantasma. Si usted ve a un familiar suyo, no es él; es un demonio que conoce a su familia por generaciones. No les crea.

La Palabra de Dios dice en Hebreos 9:27: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio.” De acuerdo a la lógica cristiana moderna, un cristiano ya se ganó el cielo porque aceptó a Cristo como su salvador personal, y por lo tanto, si muere, su alma viajará al cielo, y si alguien no aceptó a Jesús será enviado al infierno. Pero la Palabra de Dios dice que debemos morir, luego resucitar y después el juicio. Ese es el orden de Dios.

También tenemos un estudio titulado El Infierno y el Paraíso de Dios, por si quieres saber sobre este tema.

Todos los hombres seremos levantados de la misma forma que Jesucristo resucitó de los muertos, esto es, físicamente y no en espíritu, como muchos aseguran. Jesús fue glorificado o transformado en un cuerpo espiritual, inmortal y todopoderoso en los cielos. Esto no ocurrió inmediatamente después de que resucitara, porque incluso los apóstoles pudieron tocarlo.

En Juan 7:39 encontramos: “Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.” De igual forma, nosotros también seremos resucitados en un cuerpo carnal, pero seremos transformados en un cuerpo inmortal después del juicio. Unos serán transformados para vivir por siempre en la presencia del Señor, y otros serán resucitados para ser lanzados al lago de fuego y azufre, o Gehena. ¿Cuánto tiempo durará la transición entre la resurrección, el juicio y la condena? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que primero debemos resucitar y después seremos llevados a la presencia de Dios para vivir eternamente.

¿Con qué cuerpo resucitaremos?

Cuando Jesús resucitó, lo hizo con su mismo cuerpo de carne y hueso, pero cuando ascendió al cielo, fue transformado. La diferencia es que ya no es de carne y hueso, sino que es un cuerpo glorificado, todopoderoso e inmortal.

Esto es importante entenderlo porque todos los seres humanos volveremos a la vida físicamente, ya que no existe nada en la Escritura que indique que el hombre parta en espíritu a la presencia de Dios a la hora de su muerte y que luego ese espíritu se incorpore en su cuerpo resucitado. ¡Recuerda una cosa! La resurrección no ocurre cuando mueres y el espíritu de vida se desprende de ti. La resurrección sucederá después de que Jesús regrese.

Por favor, escucha nuestro estudio titulado La Resurrección de los muertos, para que conozcas más sobre el tema.

Jesús resucitó físicamente, y los discípulos fueron testigos de ello. Veamos lo que dice Juan 20:26-29: “Ocho días después estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, se puso en medio y les dijo: –¡Paz a vosotros! Luego dijo a Tomás: –Pon aquí tu dedo y mira mis manos; acerca tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: –¡Señor mío y Dios mío! Jesús le dijo: –Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron y creyeron.”

Tomás fue testigo de que Jesús resucitó físicamente e incluso metió su dedo en el costado de Jesús, que había sido perforado con la lanza del soldado romano. De modo que nuestro cuerpo no es solamente un cascarón, sino que es el mismo cuerpo que poseeremos cuando resucitemos y que después será transformado para vivir eternamente. Así que más vale que estés conforme con tu cuerpo, porque cuando resucites, serás tú mismo, pero sin enfermedades ni dolor y con todos tus miembros completos. Es importante que valoremos lo que tenemos porque ese es nuestro ser. Todos poseeremos el mismo cuerpo que teníamos antes de morir, pero será transformado en un cuerpo espiritual para vivir por siempre.

Nuestro cuerpo no es solamente un vehículo o un cascarón; es nuestro ser, es el mismo ser que será transformado en un cuerpo espiritual cuando Jesucristo regrese a la tierra y establezca su reino. Por esa razón, Pablo nos decía en la primera epístola a los Corintios 6:18-20: “Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; pero el que fornica, contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual habéis recibido de Dios, y que no sois vuestros?, pues habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.”

Para nosotros, los que hemos creído en Jesús y que hemos recibido el bautismo en el Espíritu Santo, debemos comprender que nuestro cuerpo es el templo de Dios en la tierra y que ya no nos pertenece, porque fue comprado por un precio, y muy alto, por cierto. Pablo dice que nuestros cuerpos ya no nos pertenecen; le pertenecen a Dios. Él te compró con la sangre que Jesucristo derramó en la cruz del Calvario. Ya no puedes hacer lo que te dé en gana con tu cuerpo. Tanto hombres como mujeres nacidas de nuevo están en la obligación de velar y cuidar sus propios cuerpos porque son propiedad de Dios. ¡Valórate y da gracias a Dios por ese maravilloso cuerpo que te regaló cuando naciste siendo hombre o mujer, porque es el mismo que te acompañará por toda la eternidad!

Loading

0 0 votos
Calificación
Suscribete
Notificar a
guest

12 Comentarios
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
Luis
Luis
1 año atrás

Jesús mismo dijo al morir Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu, obviamente refiriéndose a esa parte que se comunica con el creador..! Este tipo de artículo lo que hace es ridiculizar la Palabra de Dios.

José Ignacio González
José Ignacio González
1 año atrás

El que escribio este artículo es una persona que corrompe a otros y busca confundir a los indoctos que no tienen la revelación de las sagradas escrituras, por ejemplo que enseñó el apóstol Pablo en gálatas 5:16? Dice así: digo pues andad en él Espíritu y no satisfagais los deseos… Leer más »

Natana-El leguiza
Natana-El leguiza
2 años atrás

El alma y el espiritu del hombre son esencia de vida .pero todo nuestro ser va hacer presentado delante de nuestro padre gracias a jesus.🔥

Jairo Chingaté
Jairo Chingaté
2 años atrás

Verdaderamente es una locura, total incoherencia este articulo, sobre el alma y el espíritu, al leerlo me vi como metido en una habitación full telaraña, tengan cuidado quienes lo leen.

jose rodriguez
2 años atrás

Que bruto, pongale cero, el tema del cuerpo, el alma y el espiritu esta muy claro en la biblia porque este individuo lo tasgiversa: Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.Dios, Dios mío eres tú;… Leer más »

Juan
Juan
Contestar a  jose rodriguez
1 mes atrás

Opinar sin siquiera leer el artículo es triste porque es un tema muy difícil y que pocas personas se atreven a escribir. Gracias a Dios por el estudio, pero lastima por opiniones como la que escribe esta persona

EDUARDO ERAZO BAQUERO
EDUARDO ERAZO BAQUERO
4 años atrás

GENIAL TRABAJO, GRACIAS POR COMPARTIR ESTE DIFÍCIL TEMA, SOBRE TODO EN ESTOS TIEMPOS EXTRA CONTEXTUALES CONTAMINADOS POR LA TRADICIÓN Y LA RELIGIOSIDAD…BENDICIONES

Cari
Cari
4 años atrás

Estamos formados por cuerpo alma y espiritu el cuerpo se pudre el alma entrega cuentas con Dios y el espiritú vuelve a Dios, mientras tengamos vida tenemos la oportunidad de buscar la salvacion de nuestras almas porque existen dos caminos el cielo o el infierno ,porque la paga del pecado… Leer más »

Leo Montano
Leo Montano
4 años atrás

Es un excelente aporte, y con casi todo estoy de acuerdo, aunque con lo único que no estoy de acuerdo es con pensar que los muertos resucitaran con cuerpos ya glorificados, digo esto porque debemos recordar que Jesús dice en Apocalipsis 22:12 He aquí yo vengo pronto, y mi galardón… Leer más »

oscar
oscar
4 años atrás

1 de reyes 17;20-21 Elias oro y el alma volvio al cuerpo, claramente nos da a entender que el Alma estaba fuera del cuerpo, San luca 16;19 no es una parobola en una historia real de la vida que jesus conto, las parábolas nunca llevan nombres propios además abla de… Leer más »

Pedro Alvarado
Pedro Alvarado
4 años atrás

Gracias por sus estudios biblicos han sido de gran bendicion para mi y mi familia

Alma
Alma
4 años atrás

aun no me queda muy claro la función del alma, ayudeme bibilicamente a entender. Además, que concepto se merece biblicamente sobre alma, espiritu, espiritu santo, y que es la vida. gracias por sus aportes

El alma, el espíritu y el cuerpo del hombre

Este tema es sumamente controversial y sujeto a especulaciones, de manera que acudiremos a…

El anticristo y el falso profeta

La principal arma de Satanás es el engaño y la mentira. Su poder radica…

La resurrección de los muertos

La Resurrección de los muertos es un tema muy poco conocido entre el pueblo…

Un solo Dios pero, ¿Tenemos una sola palabra?

Todas las demominaciones cristianas adoran al mismo Dios, sin embargo; la mayoria enseña diferentes…

La última gran cosecha de almas

La última gran cosecha de almas no tiene nada que ver con un avivamiento…

La cena del Señor (La Santa Cena)

La Santa Cena que se celebra en el pueblo cristiano ha sido largamente mal…

Suscríbete

Recibe notificaciones sobre nuevos estudios y publicaciones.