El Infierno y el paraíso de Dios

El Infierno y el paraíso de Dios
Por: Rafael Monroy
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a mayoría de los cristianos imaginan el infierno, como un lugar tenebroso, oscuro, con un olor nauseabundo a azufre que impregna cada rincón, llamas por doquier y un calor insoportable como su principal característica. He escuchado testimonios de personas que han tenido sueños o visiones vívidas, que indican que el infierno es una cueva en forma de un hombre acostado, y que en su interior hay muchos niveles de tormento clasificados de acuerdo al nivel de brutalidad de sus huéspedes.

Consideran que Satanás es el administrador o el rey del infierno, que gobierna a los demonios y atormenta las almas de aquellos que no recibieron a Cristo como su salvador. Creen que Satanás es quien decide qué hacer con esas almas que fueron enviadas a su dominio. La imagen de un monstruo rojo, gigante, con grandes cuernos, con cola puntiaguda y con un tridente en su mano derecha, aterroriza a los hombres con solo pensarlo. En buena medida, las películas han contribuido a propagar esta imagen que muchos esperan no tener que enfrentar.

He creído necesario hablar sobre este asunto, porque la mayoría de los creyentes han aceptado doctrinas que no tienen fundamento bíblico, que han sido mal interpretadas o que simplemente han sido inventadas. Una de esas enseñanzas es el infierno, que tiene su origen en creencias paganas sumamente antiguas; este lugar de tormentos ya era conocido desde los antiguos egipcios hace más de 4 mil años. Muchas personas están convencidas de que cuando una persona muere sin Cristo, su destino inminente es el infierno, o que, si eres cristiano, tu destino será el paraíso.

Analicemos los orígenes de la doctrina del infierno desde la mitología egipcia.

Entre los antiguos egipcios era bastante conocido un libro de rituales conocido como El Libro de los Muertos. Tomaremos unos fragmentos de este libro para que evalúe, y haga comparaciones usted mismo sobre la actual doctrina del infierno que se predica en las congregaciones modernas, y lo que los egipcios creían hace más de 2,500 años antes de Jesús.

Los antiguos egipcios creían en un más allá, donde los muertos descansaban o eran atormentados según su nivel de perversidad. Cada persona tenía un cuerpo físico y un , fuerza vital que continuaba después de la muerte, similar a un espíritu. El necesitaba sustento, entretenimiento y herramientas, por lo que estos elementos se colocaban en la tumba. El debía reunirse con el cuerpo, razón por la cual los cadáveres eran momificados. Como el cuerpo no podía viajar al inframundo, el , o alma, lo hacía.

Cuando el y el se unían, emprendían su viaje final al cielo, donde el muerto resucitaba como un akh, espíritu inmortal. Este viaje y juicio «divino» descritos en El Libro de los Muertos, es una colección de sortilegios que ayudaban al difunto en su camino al Más Allá y en el juicio de Osiris. Este libro también contenía pasajes para que el difunto reconociera a los dioses favorables y se orientara en su viaje por «las 12 Regiones de la Duat,» o mundo espiritual.

En el Duat, inframundo, el espíritu del difunto debía sortear peligros y pasar por puertas en su viaje. Guiado por Anubis, el difunto enfrentaba el juicio de Osiris. Anubis extraía el Ib, corazón, y lo pesaba contra la pluma de Maat, Verdad y Justicia. Dyehuty, el dios de la sabiduría, anotaba los resultados y los entregaba a Osiris. Si el juicio era favorable, el y el podían reunirse con la momia y vivir eternamente como akh. Si era desfavorable, el Ib era devorado por Ammit, la segunda muerte, terminando con la inmortalidad del difunto.

Este breve extracto de El Libro de los Muertos de los egipcios contiene muchas semejanzas con las enseñanzas modernas relacionadas con la vida después de la muerte, la resurrección y el juicio eterno. Estas enseñanzas egipcias tuvieron algún impacto en la vida religiosa romana, aunque no hay evidencia concreta de que El Libro de los Muertos influyera directamente en el cristianismo, pero el contexto cultural de la época permitió que ciertas ideas sobre la vida después de la muerte y el juicio divino se difundieran y fueran reinterpretadas por el menguante cristianismo apostólico.

La iglesia católica retomó de sus raíces paganas la doctrina del infierno y el paraíso.

Las doctrinas del infierno, el paraíso, el juicio, la resurrección de los muertos y la vida eterna eran conceptos conocidos por los antiguos egipcios, pero no hay evidencia de que los primeros cristianos tuvieran conocimiento de dichas doctrinas, o por lo menos que ellos las creyeran. Sin embargo, 300 años después de Jesucristo comenzó un movimiento político-religioso que absorbió esas creencias paganas, muy populares en la época, y las mezclaron con el incipiente cristianismo; de la fusión cristiano-pagana surgió la iglesia católica, quien ahora asignaba nombres de reconocidos cristianos a sus dioses paganos para adorarlos.

La doctrina de un lugar de tormentos ha sido un tema que ha atemorizado a millones de personas por generaciones; sin embargo, esta doctrina, tal como la conocemos hoy, no aparece en ninguna de las epístolas escritas por el apóstol Pablo o cualquiera de los demás apóstoles, ni mucho menos en alguno de los evangelios. Fue a finales del siglo IV que San Agustín de Hipona menciona en su libro La Ciudad de Dios que los pecadores recibirán un castigo proporcional al rigor de la maldad.

El escribe: “A la ciudad del mundo tocará una eternidad de dolor, a la vez moral y físico; eternidad de pena contra la cual no valen ni las objeciones físicas derivadas de la pretendida imposibilidad de un fuego que no se consume, ni las morales, que dependen de una presunta desproporción entre un pecado temporal y un castigo eterno: la gravedad del cual será, no obstante, proporcionada en intensidad a la entidad de la culpa. En cambio, a los santos quedará reservada la bienaventuranza eterna; no sólo para las almas en la contemplación de Dios, sino para los propios cuerpos que resucitarán a una vida real, aunque diversa de la terrena.”

En los siglos posteriores, y durante la Edad Media, esta creencia se incrementa aún más debido a las constantes epidemias que azotaban Europa, y a los millones de muertes resultantes. Los sacerdotes católicos comenzaron a hablar con más vehemencia de un infierno que arde en el vientre de la tierra, y que aguarda ansioso a los pecadores.

Esta fue una oportunidad que muchos líderes religiosos aprovecharon para enriquecerse a través de las misas, con las cuales prometían sacar a los “muertos” del lugar de tormentos. Para conseguir la salvación de los difuntos, era necesaria la mediación de los sacerdotes, lo que provocaba la carestía de la muerte, precisamente porque las misas pagadas eran las fórmulas “espirituales” que conectaban el mundo de los vivos con el de los muertos, de la misma manera que el Libro de los Muertos lo hacía en el antiguo Egipto.

En esa época, encontramos una evidente diferenciación social, ya que los ricos podían ofrecer más misas por sus difuntos, mientras que los pobres no. En la Edad Media consideraban la vida terrenal como un mero tránsito hacia la eternidad, y el cielo era el destino anhelado por todos, pero por mucho que el individuo se preparara, en el camino para la salvación nada estaba asegurado, y el infierno constituía un serio riesgo.

Existía la convicción entre la población de la Edad Media de la existencia de otra vida después de la muerte, la vida eterna, por lo que temían fallecer sin aviso, repentinamente, y verse privados de un tiempo precioso para repartir sus bienes, avalar la buena convivencia familiar y arreglar los trámites del más allá, es decir, asegurarse de haber hecho buenas obras, cumpliendo con todos los ritos de la iglesia, para que su alma alcanzara por lo menos el purgatorio.

El catolicismo inventó un tercer estado para los muertos.

Si bien a partir del siglo XIII adquiere fuerza la idea de un tercer lugar, el purgatorio, intermedio entre ambos, donde las almas que necesitan un tiempo de expiación para acceder a la gloria aguardan y se benefician de los actos piadosos hechos en la tierra, según la concepción de los líderes católicos. También en estos momentos se formula la existencia del limbo como lugar particular para las almas de los niños no bautizados.

Además, existe un convencimiento generalizado de que en la resurrección de los muertos y después del juicio final, despertarán junto con sus seres más queridos, por lo cual procuraban ser enterrados lo más próximo posible al lugar de enterramiento de sus muertos. En los pueblos y aldeas, los testadores solicitaban ser enterrados en el cementerio de la iglesia parroquial, lo que les “garantizaba” una compañía conocida.

Con el Renacimiento, el infierno alcanza su máximo esplendor gracias al genial Dante Alighieri, con su Divina Comedia y su Inferno, donde miles de personas creyeron que lo relatado por Dante es el infierno real; pocos llegaron a entender que dicha obra vino, en parte, como venganza contra el Vaticano, quienes fueron los conspiradores para su arresto, despojo de sus posesiones y exilio. Si leemos dicha obra y no nos recreamos en los tormentos, veremos que la gran mayoría de los castigados son jefes de la iglesia o personas influyentes de esa época.

El “inferno” de Dante es hoy en día la creencia generalizada en las más grandes congregaciones del mundo.

Es difícil entender cómo los cristianos continúan creyendo y enseñando un infierno cultural, literario y no bíblico. Este infierno cultural y religioso se considera como algo real y verdadero. Claro está, al no tener una explicación lógica y respaldada por las escrituras, se acepta cualquier cosa ¡por fe!

Ahora veamos lo que dice la Biblia respecto al infierno.

¿Qué dice la palabra de Dios sobre el infierno? ¿Es realmente el infierno un lugar donde los “espíritus” de los muertos son atormentados?… ¿Es verdad que al morir solo existen dos posibles sitios a donde los “espíritus” pueden llegar?

Para responder a estas interrogantes, busquemos en las escrituras, primeramente, el significado de infierno. Existen cuatro palabras que la mayoría de las traducciones de la Biblia traducen como infierno; estas son: Sheol, Hades, Gehenna y Tártaros, las cuales veremos a continuación.

La palabra que se traduce como infierno, o lugar de castigo, es Gehena, este término aparece únicamente 12 veces en la Biblia, y fue utilizado mayormente por Jesús, vea Mateo 5:22; Mateo 5:29; Mateo 5:30; Mateo 10:28; Mateo 18:9; Mateo 23:15; Mateo 23:33; Marcos 9:43; Marcos 9:45; Marcos 9:47; Lucas 12:5 y Santiago 3:6.

En el evangelio de Lucas, Jesús se dirigió a la multitud diciendo: “Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a éste temed”. Lucas 12:5.

El término “Gehena” es la transcripción del término hebreo «gé-Hinon», lugar maldito donde ciertos israelitas y sus reyes infieles habían quemado vivos a sus hijos e hijas en honor a Moloc (2 Reyes 23:10). Parece que en la época de Cristo se quemaban los cadáveres de los criminales, de animales y además de toda clase de basura de la ciudad, de la misma manera que se hace en muchos países, donde se quema la basura en los botaderos públicos.

El «gehena» en los tiempos de Jesús fue un crematorio público ubicado en las afueras de Jerusalén donde se quemaba la basura; dicho fuego no se apagaba, ya que siempre había basura que lo alimentaba. Jesús empleó un término conocido por el pueblo de Israel para explicar qué sucederá con aquellos que no escuchen sus advertencias y pequen contra Dios. Jesús empleó esta palabra para darle a conocer a la gente que en un sitio semejante a este, posiblemente ubicado en el mismo lugar, serán lanzados Satanás, sus ángeles, la bestia, el falso profeta, y todos los que pecaron contra Dios, vea Apocalipsis 19:20; Apocalipsis 20:10 y Apocalipsis 20:14.

¿Qué significan Sheol y Hades?

Todos sabemos que cuando una persona muere, su cadáver es llevado al lugar conocido como sepulcro. Para los hebreos, este era el reino de los muertos llamado: en hebreo, Sheol, y en griego, Hades. De manera que la diferencia entre Seol y Hades es únicamente el idioma en que se mencione. En pocas palabras, el término “Sheol” es la tumba, el sepulcro, el agujero, o como quiera que se le llame al sitio donde se sepulta un cuerpo sin vida. En el Antiguo Testamento, tenemos muchos ejemplos del uso de este término, como lo muestra Números 16:33: “Así descendieron ellos con todo lo que tenían vivos al Seol; y los cubrió la tierra, y perecieron de en medio de la congregación.” En esta cita bíblica vemos que esas personas cayeron a un agujero cuando la tierra se abrió bajo sus pies. De ninguna manera este versículo sugiere que esa grieta era tan profunda que llegó hasta el centro de la tierra, en donde la mayoría supone se encuentra el infierno.

Para el ser humano, la muerte representa el final de la existencia física, pero no la espiritual. Civilizaciones antiguas como la egipcia, hindú, romana, y otras, creían que cuando una persona moría, su espíritu sobrevivía en un más allá; por esa razón, enterraban a sus muertos con utensilios, herramientas o joyas para que las usaran en el inframundo.

La escritura, sin embargo, enseña que morir es equivalente a estar dormido, como dice Mateo 27:52: “y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron.” La palabra DORMIDO es literalmente la palabra original en griego que significa “dormir” o “reposar”. Otro ejemplo ocurrió cuando Jesús resucitó a una niña; él dijo a los presentes que ella no estaba muerta, sino dormida: “Y entrando, les dijo: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no está muerta, sino duerme” (Marcos 5:39; Mateo 9:24; Juan 11:11).

Todas las noches, mientras dormimos, literalmente el tiempo no existe, no tenemos memoria, sentimientos ni conciencia de lo que sucede a nuestro alrededor. Lo mismo sucede cuando una persona muere; su cadáver no tiene conciencia de nada, se disuelve en el polvo de la tierra, pero eso no significa que hemos desaparecido por completo, porque Dios nos conoce a cada uno de nosotros, incluso nuestra secuencia del ADN.

Si usted conoce un poco de cómo funcionan las computadoras, sabrá que si usted guarda documentos, fotos, audios o videos en una unidad portátil, como un disco duro o un flash drive, usted dispone de esa información por muchísimos años. Si por alguna razón usted guardó ese dispositivo y lo encuentra muchos años después, podrá acceder a esa misma información, aunque hayan pasado 100 años. Dios tiene registro de todos nosotros, sabe quiénes somos, cómo somos, cuál es el color de nuestros ojos, cuál es el color de nuestra piel. Él sabe quiénes fuimos y tiene el poder de volvernos a la vida tal como éramos.

¿Significa que cuando morimos NO vamos al cielo o al infierno?

David comprendió que, al morir, cesan nuestras obras; es decir, no volamos al cielo a tocar el arpa o a cantar delante de su presencia. David escribió en Salmos 6:4: “Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma; Sálvame por tu misericordia. Porque en la muerte, no hay memoria de ti; En el Seol, ¿quién te alabará?” En la tumba nadie puede alabar a Dios, nadie puede recordar nada porque no está consciente de nada. Esa persona puede ser un cristiano o un inconverso, el proceso es el mismo: morir o dormir y luego ser resucitado. El alma no es un ser inmaterial que se desprende del hombre cuando muere. Si quieres conocer un poco más sobre el alma, el espíritu y el cuerpo del hombre, te invito a escuchar nuestro estudio titulado de la misma manera.

La Biblia dice que nosotros somos polvo, y al polvo volveremos. Este proceso comienza cuando morimos, y nuestro cuerpo comienza a descomponerse para formar parte de la fuente que lo originó: la tierra. Las personas, al morir, simplemente dejan de existir, y su cuerpo termina siendo parte de la tierra, esperando la resurrección de todos los muertos.

Todos los hombres resucitaremos y luego seremos juzgados. Ese es el orden bíblico.

¿Cómo resucitarán los millones de cuerpos descompuestos o desaparecidos a través del tiempo? ¿Cómo es posible esto?

Por cierto, si deseas saber más sobre el tema de la resurrección de los muertos, tenemos un estudio titulado de la misma manera que nos gustaría que escucharas.

La capacidad intelectual del hombre no podría explicar el inmenso poder de Dios y su capacidad de creación. Basta que veas a tu alrededor para que te des cuenta de que todas las cosas tienen un orden y un propósito; mira los animales, las plantas, el espacio y las criaturas microscópicas que viven en nuestro cuerpo, para que te des cuenta de que es imposible que todas las cosas hayan surgido de una “explosión” del vacío. La teoría del comienzo del universo conocida como la teoría del Big Bang es la cosa más absurda que alguien pueda creer; ellos piensan que la nada explotó para crear todo el universo.

Las mentes más brillantes del mundo creen que el vacío o nada explotó para formar todo el universo y su multiforme variedad de vida: plantas, animales, agua, aire. Todo, según ellos, surgió de esa explosión. Como decía un filósofo griego: “de la nada, nada viene”.

El sentido común, que no es tan común, nos dice que todas las cosas tienen un origen. Ese origen es Dios. Dios es el creador de los cielos y la tierra; por lo tanto, él conoce dónde se encuentra cada célula de nuestro cuerpo, y conoce nuestra composición química, sabe cuál es nuestra estatura, el color de ojos, el peso, y conoce absolutamente todo de nosotros. Él tiene un archivo de nuestro ADN, guarda nuestras memorias y nuestro sentir. Todos los hombres estamos registrados en el archivo de Dios; allí están registrados TODOS los detalles de cada uno de nosotros. Él te conoce más de lo que tú te conoces a ti mismo. De modo que los cuerpos descompuestos o totalmente desaparecidos no son en absoluto un impedimento para Dios.

El Hades o Seol no es un lugar de tormentos, es la tumba donde descansamos.

Existen sólo dos lugares en donde se encuentran los muertos: el mar y la tierra. Por esa razón, en la resurrección de los muertos, tanto el mar como el Hades (o Seol) entregarán sus muertos. “Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras” Apocalipsis 20:13.

En ninguna manera el Hades es el lugar de tormento como algunos creen, porque el Hades o Seol serán lanzados al infierno o Gehenna… y le pido que ponga mucha atención a este detalle: “Y la muerte y el Hades (Seol) fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda” Apocalipsis 20:14.

Si el Hades o Seol fueran el infierno, como muchos suponen, ¿cómo es posible que el Seol sea lanzado al lago de fuego y azufre, si éste es el infierno? ¿No le parece ilógico?

Lo que significan estos versículos es que ya no habrá más muerte; nadie morirá después del gran juicio de Dios, porque unos resucitarán para vida eterna y otros para condenación eterna. Es decir, de una u otra forma, todos seremos eternos, porque la muerte será el último enemigo a vencer, como dice Pablo en 1 Corintios 15:26. La muerte es un estado temporal para todos los seres humanos, no es el final de la existencia.

El profeta Daniel recibió la promesa de ser levantado del polvo de la tierra para recibir la vida eterna, como lo dice Daniel 12:13: “Y tú irás hasta el fin, y reposarás, y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días”. Pero Isaías 26:19 dice que la tierra entregará a todos los muertos: “Tus muertos vivirán; sus cadáveres resucitarán. ¡Despertad y cantad, moradores del polvo! porque tu rocío es cual rocío de hortalizas, y la tierra dará sus muertos”. Estos siervos del Señor tienen un lugar reservado en los lugares de mayor privilegio en el Reino de los Cielos, puesto que alcanzaron buen testimonio.

Si deseas aprender un poco más sobre El Reino de los Cielos, no dejes de ver nuestro estudio titulado: El Reino de Dios.

Debemos comprender que no hay muertos en los cielos.

La Biblia dice que Dios es un Dios de vivos y no de muertos; por lo tanto, en su Reino solamente existen seres vivos como usted y como yo. De ninguna manera los muertos forman parte de su Reino. Déjeme decirlo de otra forma: NINGUNA PERSONA MUERTA ESTÁ CON DIOS. Ninguna persona, aunque haya sido muy buena, cristiana y entregada a las cosas espirituales, se fue a la presencia de Dios. Los únicos seres humanos que han sido llevados o raptados por Dios a los cielos fueron llevados VIVOS, y el día de hoy están VIVOS en la presencia de Dios.

El primer ejemplo es Jesucristo. Él resucitó y después ascendió al cielo. Es decir, Jesucristo estaba vivo cuando ascendió al cielo; él no subió al cielo cuando murió. Sin embargo, millones de personas creen que cuando mueran se irán al cielo. Otro ejemplo fue Enoc, quien, dice la Biblia, fue traspasado para que no viera muerte (Hebreos 11:5); es decir, Enoc estaba total y completamente vivo cuando fue llevado por el Señor. Y por último, Elías, que fue levantado por carros de fuego, teniendo como testigo a Eliseo. Cada uno de ellos está VIVO en cuerpos glorificados. Repito: no hay muertos en los cielos.

La Biblia dice que antes de presentarnos delante de Dios, tendremos que resucitar y ser transformados, exactamente de la misma forma que lo hizo Jesucristo. Pablo lo entendió perfectamente cuando dijo: “Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción” 1 Corintios 15:50.

Debemos recordar que la resurrección de los muertos aún no ha ocurrido. Tal como lo enseña Pablo: “…y los muertos en Cristo resucitarán primero” 1 Tesalonicenses 4:16. Es innegable que todas las epístolas de Pablo mencionan que la resurrección de los muertos es un evento que sucederá en el futuro. Es un evento singular y no un suceso personal que ocurre al momento de morir. Por esa razón, cada uno de los discípulos aguardaba con paciencia este acontecimiento, porque la resurrección de los muertos es un requisito indispensable antes del juicio final, en donde unos recibirán la vida eterna y otros la condenación eterna en el infierno (Gehenna).

El infierno es el castigo final, no es un estado intermedio.

El infierno o lago de fuego y azufre es la condena eterna que pagarán todos aquellos que pecaron contra Dios, incluyendo los ángeles que se rebelaron en su contra. La escritura dice que Dios no dejó pasar por alto la desobediencia de seres mayores en poder que los seres humanos, mucho menos dejará pasar la desobediencia de miles o millones de cristianos que se deleitan en sus pecados. Hebreos 10:30 dice: “Pues conocemos al que dijo: ‘Mía es la venganza, yo daré el pago,’ dice el Señor. Y otra vez: ‘El Señor juzgará a su pueblo”.

No te equivoques ni caigas en engaños que te dicen que puedes hacer lo que quieras, aun pecar abiertamente, y no tener consecuencias. La salvación no es un título, es una dádiva otorgada por Dios para aquellos que hacen su voluntad y perseveran en ella. La salvación es un proceso de santificación que terminará cuando Dios te haga descansar. Tu salvación dependerá de si tú has guardado sus mandamientos, tal como lo dijo Jesús en Mateo 24:13: “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.”

Pablo se dirige al pueblo cristiano en la epístola a los Romanos 6, versículos 12 y 13: “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.”

Adicionalmente, el escritor del libro de los Hebreos en el capítulo 10, versículos 26 y 27 es más contundente en sus declaraciones: “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.” Estos versículos advierten al pueblo cristiano que debemos ser santificados y permanecer sin pecado; de lo contrario, el juicio de Dios será lo único que recibirás. De modo que ya estás advertido.

El infierno es el castigo final preparado por Dios, para que en ese lugar sean lanzados Satanás y todos sus demonios, como lo declara Apocalipsis 20:10: “Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.”

Debemos comprender que Satanás no gobierna el infierno, ni hace a sus anchas como lo muestran las caricaturas, las películas, o algunas visiones y sueños mentirosos; el infierno es el castigo que Dios ha preparado para él y todos los que cayeron en sus mentiras (Mateo 25:41). ¡Ser engañado es pecar! Recuerda lo que pasó con Adán y Eva. Ellos fueron engañados y, por lo tanto, pecaron contra Dios. No creas que vas a ser excusado si caes en el engaño de Satanás, de un falso profeta o de tu pastor; engaño es engaño, venga de donde venga, y las consecuencias de ese engaño, en temas bíblicos, es muy grave e incluso puedes pagar eternamente. ¡Mejor no te arriesgues y busca la verdad diligentemente!

El INFIERNO o LAGO DE FUEGO Y AZUFRE es el lugar de tormento destinado a Satanás y sus demonios, ¡no es su dominio! ¡Qué diferente resulta ser el infierno de acuerdo a la palabra de Dios, y no en base a cuentos derivados de la religión católica! Muchas personas pueden estar en contra de esto, ya sea porque han escuchado testimonios de personas que han tenido visiones del infierno, en donde han visto personas atormentadas por demonios o siendo devoradas por las llamas. Según estos testimonios, en este momento, existen personas siendo atormentadas en el infierno. Yo no pongo en duda la experiencia que estas personas hayan vivido; no soy quién para juzgarlos, pero sí quiero decirte que no todo lo sobrenatural proviene de Dios.

Hay que mencionar que solo existen dos fuentes para las visiones: las que provienen de Dios y las que provienen del Diablo. Satanás tiene la capacidad de proyectar en la mente del hombre imágenes de algo que para nosotros es real y palpable. Vea Apocalipsis 1:1, Daniel 8:14-16, Daniel 10:16, Ezequiel 1:28; 2:1-2, o Hechos 10:16-18.

Las visiones son semejantes a lo que experimentamos cuando vamos al cine para ver una película. Todos sabemos que las películas no son reales, aunque algunas personas creen que lo que están viendo es real; otros incluso creen que son capaces de hacer las acrobacias y las hazañas realizadas por el superhéroe. Pero algo que no podemos hacer es ver quién está proyectando dicha cinta.

Las visiones no son reales, sino que son una proyección mental de algo que va a suceder o que pretende ser real. Un ejemplo clásico de esta aseveración es cuando los discípulos de Jesús, dos mil años antes de la invención del cine, vieron a Jesús, Moisés y a Elías en cuerpos glorificados. Ellos tuvieron una visión, no algo real. Veamos lo que dice el evangelio de Mateo 17:8-9: “Y alzando ellos los ojos, a nadie vieron sino a Jesús sólo. Cuando descendieron del monte, Jesús les mandó diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos.” Los discípulos vieron a su maestro transformado y glorificado, algo que no había sucedido puesto que Jesús no había muerto y resucitado.

Otro ejemplo es cuando Satanás llevó a Jesús a un monte alto y le mostró todos los reinos del mundo, Mateo 4:8-9. Usted sabe que, aunque suba el monte Everest, debido a la redondez de la tierra, nunca podrá ver todas las naciones. ¿Cómo es posible que Satanás le mostró a Jesús los reinos del mundo? Porque lo llevó a través de una visión. Si Satanás tuvo el poder de hacer ver a Jesús una visión como esta, ¿cree usted que no tenga el poder para engañar a un cristiano, de manera que le haga ver en visiones que él es el dueño y señor del infierno? Repito de nuevo, NO todo lo sobrenatural es de Dios.

La Biblia no dice que cuando una persona inconversa muere, inmediatamente será atormentada en el infierno, porque aún no ha sido juzgada ni sentenciada. El infierno es el lugar de castigo, es la sentencia eterna para Satanás, el Falso Profeta y para aquellos que no obedecieron los mandamientos de Dios. El infierno es el lugar donde cumplirán su condena final; el lago de fuego y azufre es la muerte segunda, es la condena eterna.

El infierno es el Lago de Fuego y Azufre, es decir, el Gehena. No debemos confundirnos con el otro término que aún no hemos mencionado: el tártaro, o la prisión de oscuridad; este es el lugar donde los ángeles que pecaron contra Dios están encerrados. Es semejante a lo que en algunos países se conoce como el Death Row, o pasillo de la muerte, una sección en algunas prisiones donde los condenados a muerte permanecen hasta el día de su ejecución.

La palabra de Dios dice en 2 Pedro 2:4: “Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio;” En este pasaje, la palabra traducida como infierno es la palabra griega tartarosas, derivada de «tártaro». Según la mitología griega, el tártaro era un lugar de tormento y oscuridad en el inframundo, más profundo que el Hades, reservado para los titanes y otros seres malvados. En el contexto bíblico, se utiliza para describir un lugar de confinamiento para los ángeles caídos; esta es una prisión de oscuridad donde esperan el juicio final. Es decir, el tártaro no es el infierno o Gehena, es una prisión donde los ángeles que pecaron están encerrados, únicamente esperando la condena eterna.

Este es el lugar donde Jesucristo fue a predicar, como menciona 1 Pedro 3:18-20: “Porque también Cristo padeció una vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu; en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados, los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua.” Estos espíritus, es decir, los ángeles que pecaron mezclándose con las hijas de los hombres, fueron encerrados en esa prisión.

¿Y qué hay del Rico y el pobre?

La escritura relata que el rico despertó de su largo sueño y pudo hablar con Abraham. El rico estaba vivo para darse cuenta de dónde se encontraba sufriendo; por otra parte, el mendigo, dice la escritura, fue llevado al seno de Abraham por los ángeles y fue sepultado en el Seol. Lucas 16:23-24 dice: “Y en el Hades, alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.”

El rico de este relato abrió los ojos desde el Hades… ¿Recuerda qué es el Hades? ¡La tumba! Y sabemos que allí no hay tormentos. ¿Entonces, por qué dice la escritura que alzó sus ojos en el Hades y, estando en tormentos, vio de lejos a Abraham?

En primer lugar, él abrió los ojos, lo que significa que despertó, es decir, resucitó de los muertos, porque todos absolutamente nos levantaremos del polvo de la tierra o HADES. En segundo lugar, “estando en tormentos” no significa que ese hombre ha pasado cientos o miles de años quemándose para luego ser juzgado y sentenciado al lago de fuego y azufre, donde volverá a ser atormentado otra vez. Dejemos claro que este fue solamente un relato o una parábola del juicio divino, un ejemplo de lo que va a pasar, pero no es un relato de algo que está sucediendo en este momento.

Ahora bien, alguno dirá: ¿Qué hay del ladrón que le dijo el Señor que ese día estaría con él en el paraíso?

Las traducciones de la Biblia, en ocasiones, no dicen literalmente lo que el original, con el fin de darle una lectura más comprensible; de hecho, hay muchas traducciones que emplean palabras diferentes para expresar una misma idea. Examinemos el siguiente versículo: “Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43 Reina-Valera 1960). Esta traducción implica que el ladrón estaría en el paraíso con Jesús ese mismo día, pero en la versión original dice algo diferente:

«Y le dijo: En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso.» Recordemos que las comas y puntos son puestos por el traductor, ya que Jesús dijo estas palabras desde la cruz y no fue él quien escribió este versículo.

Una coma puede cambiar el sentido de la frase, como en este caso. Y precisamente es lo que el Señor le dijo al ladrón: “Jesús le contestó: te digo la verdad hoy, tú estarás conmigo en el paraíso.” (traducción literal del griego de Lucas 23:43). Traducido en un lenguaje común podríamos decirlo de la siguiente manera: “Jesús le dijo al ladrón: te digo la verdad este día: Tú vas a estar conmigo en el paraíso.”

Esto de ninguna manera contradice lo que la palabra de Dios enseña, puesto que Jesús, cuando murió, no fue al paraíso, sino que fue llevado al sepulcro, llamado también Seol o Hades. Luego, después de 3 días y tres noches, resucitó; y 40 días después, estando vivo, ascendió en una nube al Paraíso de Dios. Es allá en el cielo donde fue transformado en un cuerpo glorificado, todopoderoso e inmortal.

El Paraíso está donde se encuentra Dios.

La máxima recompensa del cristiano es estar inscrito en el libro de la vida y vivir en el paraíso de Dios para que coma del árbol de la vida. “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios” (Apocalipsis 2:7). El paraíso es la recompensa para todos los vencedores, tal como el libro del Apocalipsis lo menciona. Sin embargo, la contraparte a la recompensa es la condena eterna que recibirán aquellos que no recibieron la aprobación de Dios, tal como dice Apocalipsis 21:8: “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.”

Es importante comprender que el infierno y el Paraíso estarán disponibles para los hombres en el futuro, cuando el Señor regrese a la tierra y traiga consigo la santa ciudad, la nueva Jerusalén, que es precisamente el paraíso de Dios. Apocalipsis 21:10 dice: “Me llevó en el Espíritu sobre un monte grande y alto, y me mostró la santa ciudad de Jerusalén, que descendía del cielo de parte de Dios.” ¿Acaso hay dos Jerusalén? Pues eso parece… la santa ciudad de Jerusalén descenderá del cielo. Y esa ciudad contiene un huerto, en el cual, está el árbol de la vida.

El Paraíso es el lugar donde habita Dios, el cual es también la nueva Jerusalén. “En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones” (Apocalipsis 22:1-2).

Isaías también fue llevado al paraíso de Dios en visión, o personalmente, no lo sabemos. Isaías 6:5 dice: “Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.” El Paraíso de Dios vendrá cuando Jesús descienda del cielo para vivir con el hombre por toda la eternidad, tal como lo dice Ezequiel 37:26-27: “Estará en medio de ellos mi tabernáculo, y seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y sabrán las naciones que yo Jehová santifico a Israel, estando mi santuario en medio de ellos para siempre.” Vea también Apocalipsis 21:3.

Jesús prometió que vendría otra vez a la tierra, de modo que su nueva residencia no será el cielo, sino la tierra. Y donde él esté, nosotros también estaremos por mil años (Apocalipsis 19:15 y Apocalipsis 20:4).

Los apóstoles forman parte de la santa ciudad

Cada uno de los apóstoles de Jesús son piedras preciosas que forman el muro de la santa ciudad. “El muro de la ciudad tenía doce fundamentos, y sobre ellos los doce nombres de los apóstoles del Cordero.” (Apocalipsis 21:14).

Dios quiere que formemos parte de la Santa Ciudad, por eso nos dice: “Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo” (Apocalipsis 3:12). ¿Le gustaría ser parte del templo de Dios y de su Reino?… Venza las costumbres religiosas y escuche la voz de Dios para obedecerla, y sobre todo, ¡no te dejes engañar porque tu vida eterna está en juego!

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Juan Carlos Godoy
Juan Carlos Godoy
3 años atrás

Creemos que el Poder del Eterno
puede SALVAR muchas vidas.
https://chat.whatsapp.com/ENNeegSyd7hG1HoDWY2Gfw

Andrés Leegstra
Andrés Leegstra
4 años atrás

Muy clara la información, me gusta mucho la web. Con respecto a este estudio en particular noto que quienes comentan y «exortan» a creer en el infierno no son capaces de citar la Palabra. Mat 10:28 Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden… Leer más »

ESTHER HERNANDEZ CASTILLO.
ESTHER HERNANDEZ CASTILLO.
4 años atrás

TAN TERRIBLE SERA EL INFIERNO,QUE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, TUVO QUE OFRECER SU VIDA,SU HUMILLACIÓN,SU SACRIFICIO POR NOSOTROS LA CREACIÓN DE ÉL, PARA SALVARNOS DE LAS MENTIRAS DE SATANÁS, PUES EL QUE CREYERE EN JESÚS Y LE CONFIESE SERA SALVO, DE QUÉ? DE LA IRA DE DIOS, DE FUEGO CONSUMIDOR.ETERNO.

fernando gonzalez
fernando gonzalez
4 años atrás

la verdad es que estas herrado totalmente

Teme a Dios
Teme a Dios
4 años atrás

hols quier q sepas q el infierno existe amigo. nadie quiere ir a ese lugar horrible lleno de llamas y gusano donde los demonios te atormentan y nunca seras feliz alla no hay amor y sera por toda la eternidad asi q si ustd no quiere ir alla busque a… Leer más »

Cristo Viene
Cristo Viene
4 años atrás

Cristo les bendiga: Este comentario es para Marroquin,Douglas La verdad varon es que hay que empezar a creer la biblia como Dios la dijo, osea como esta escrita,Lo que tu comentas la verdad no es como lo dice la biblia piensas como testigo de la watchtower. En ningun momento la… Leer más »

El Paraiso
El Paraiso
4 años atrás

Yo creo que esa es la esencia de la perdicion, satanas es el padre de la mentira, y hace uso de eso para desviar a muchos de la verdad. He visto en la web mucha informacion, videos, relatos y testimonios, grabaciones de personas que afirman haber tenido alguna experiencia con… Leer más »

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